Evangelio del Dia

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Jueves 12 de Enero de 2023

La Palabra dice


Mc. 1, 40-45

Entonces se le acercó un leproso para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: “Si quieres, puedes purificarme". Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: “Lo quiero, queda purificado". Enseguida la lepra desapareció y quedó purificado. 

Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente: “No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio". Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos. Y acudían a él de todas partes.

La Palabra me dice


Recibiendo y curando al leproso Jesús revela un nuevo rostro de Dios. Un leproso llega cerca de Jesús. Era un excluido, un impuro. Debía vivir alejado. Pero aquel leproso tenía mucho valor. Transgredió las normas de la religión para poder llegar cerca de Jesús. Y grita: “¡si quieres, puedes limpiarme!” Es decir: “¡No precisas tocarme! Basta que lo quieras para que yo sea curado”. La frase revela dos enfermedades: a) la enfermedad de la lepra que lo hacía impuro; a) la enfermedad de la soledad a la que era condenado por la sociedad y por la religión. Revela al mismo tiempo la gran fe del hombre en el poder de Jesús. Profundamente compadecido, Jesús cura las dos enfermedades. Primero, para curar la soledad, toca al leproso. Y es como si le dijera: “Para mí, tú no eres un excluido. ¡Yo te recibo como hermano!” Enseguida, cura la lepra diciendo: “¡Quiero! ¡Queda limpio!” 

El leproso, para poder entrar en contacto con Jesús, había transgredido las normas de la ley. De la misma forma, Jesús, para poder ayudar a aquel excluido y así revelar un rostro nuevo de Dios, transgrede las normas de su religión y toca al leproso. En aquel tiempo, quien tocara a un leproso, se volvía impuro ante las autoridades religiosas y ante la ley de la época. 

Reintegrar a los excluidos en la convivencia fraterna. Jesús no solamente cura, sino que además quiere que la persona curada pueda convivir de nuevo con los demás. 

Con corazón salesiano


Don Bosco y los chicos de las cárceles de Turín… “Me sentí horrorizado”. Todo parte de su corazón, que no es indiferente ante los jóvenes que sufren.

Don Bosco insistente en el sacramento de la purificación, de la reconciliación, ya que se reconcilia quien quiere mejorar.

A la Palabra, le digo


Señor, ayudáme a superar el temor de traspasar aquellas reglamentaciones y costumbres que son contrarias al proyecto de Dios, y que dificultan la comunicación, el diálogo y la vivencia del amor. Aunque esto traiga dificultades, como se las trajo a Jesús.



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