La Palabra me dice
Jesús nos invita a tener en cuenta dos cosas fundamentales: en primer lugar, nos indica quiénes entrarán en el Reino de los Cielo; en segundo lugar, nos invita a escuchar la Palabra de Dios y a ponerla en práctica.
Con respecto al primer punto, Jesús es claro. No por decir “Señor, Señor” vamos a entrar en el Reino, sino que tenemos que ir más allá del solo decir, tenemos que hacer. ¿Qué tenemos que hacer? La voluntad de Dios. ¿Cuál es la voluntad de Dios? Es una invitación, una que ya sabemos: amarnos los unos a los otros. ¿Cómo podemos hacer la voluntad de Dios? prestando atención alrededor, mirando lo que le sucede al que tengo al lado mío (padre, madre, hermano, hermana, pareja, amigos, amigas, los pibes y las pibas del apostolado…). Y mirar de manera activa, es decir, una mirada con la que el otro se sienta mirado, reconocido. Creo que es la primera invitación que siempre nos hace.
La segunda invitación viene de la mano de lo anterior: escuchar la Palabra y ponerla en práctica. El escuchar que tiene que ser activo, es decir, apropiarnos de la Palabra, rezarla, meditarla, hacerla propia, encontrarla en nuestra realidad, en nuestros días. Pero nos invita a dar otro paso, a ponerlas en práctica, es decir, a hacer. Si escuchamos la Palabra y la podemos llevar a cabo, entonces construiremos nuestra vida sobre roca. Porque teniendo la base fuerte, podemos edificar el resto. Confiando en Jesús, en su Palabra, en sus invitaciones, podremos hacer las cosas con sentido. En cambio, si no ponemos en práctica las enseñanzas de Jesús, entonces nuestro fundamento será débil y nuestra casa se derrumbará.
Las invitaciones son concretas: escuchar y hacer. Pero hacer de manera activa, no hacer por hacer sino un hacer involucrado. |