La Palabra me dice
El capítulo 21 de Lucas nos sigue hablando de futuro, y de la posibilidad real de que al fin llegue el último día. No lo hace para atormentarnos, ni mucho menos. Su espíritu es mucho más profundo: la certeza de que después de esta vida nos espera una vida sin fin junto a un Padre que nos ama, ¡ilumina nuestro presente! No es lo mismo vivir como si nada fuese a acabar nunca, o como si luego de la muerte no hubiese nada, a vivir sabiendo que nos espera el abrazo eterno de Dios, el reencuentro con nuestros seres queridos, y la herencia de un Reino glorioso y eterno. Sólo así, desde esta certeza, es que comprendemos lo absurdo que sería vivir nuestro presente esclavizados por los vicios, persiguiendo sensaciones efímeras, o enroscados en preocupaciones cotidianas de poca talla. Desde la perspectiva de la eternidad de amor que nos espera, estas cosas cobran una dimensión nueva, y nos libera el corazón para lo que verdaderamente es importante. |