La Palabra me dice
Todos podemos intuir que existe un fin, que todo termina, que la historia tiene un final. Levantamos la cabeza, y lo vemos a nuestro alrededor, lo vemos en la creación y en sus criaturas. Lo percibimos en nuestra vida. Tomar conciencia de ello, en el fondo, nos hace bien. Porque nos predispone a vivir la vida con profundidad y sentido, y no como si esta no fuese nunca a acabar. Pero en el medio de esta caducidad propia de nuestra existencia, el Señor nos invita a poder descubrir los signos que se van dando en nuestra historia. Signos que nos hablan de vida: así como los brotes de una higuera nos anuncian la explosión de la vida de la primavera que se avecina, del mismo modo nuestra historia, en medio de su caducidad, nos va señalando que una nueva vida está a punto de llegar. El Reino ya está entre nosotros, y algún día, cuando menos lo esperemos, ese Reino será pleno. Se avecina una explosión de Vida, de Vida plena y abundante: ¿puedo descubrir en mi existencia los signos de esa Vida Nueva que germina, que crece sin detenerse? |