Evangelio del Dia

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Lunes 14 de Noviembre de 2022

La Palabra dice


Lc. 18, 35-43

Cuando Jesús se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba mucha gente, preguntó qué sucedía. Le respondieron que pasaba Jesús de Nazaret. El ciego se puso a gritar: “¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!” Los que iban delante lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”

Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando lo tuvo a su lado, le preguntó: “¿Qué quieres que haga por ti?”

“Señor, que yo vea otra vez”.

Y Jesús le dijo: “Recupera la vista, tu fe te ha salvado”. En el mismo momento, el ciego recuperó la vista y siguió a Jesús, glorificando a Dios. Al ver esto, todo el pueblo alababa a Dios.

La Palabra me dice


El “mendigo ciego”. Es el protagonista de la historia, y se lo describe como alguien sentado al costado del camino. La vida pasaba cerca de él, pero él no la transitaba. Otros lo hacían, él los escuchaba. Algo le impedía pararse y caminar junto a sus hermanos. Vivía sin vivir, despojado de todo y de todos, vacío de esperanzas. En algún momento de su vida había intentado hablar, pero se había sentido silenciado… Hasta aquel día que escuchó que Jesús pasaría por ahí. Aquel día un grito ahogado al fin pudo salir. Tal vez por vez primera pudo experimentar lo que se siente ser escuchado.  

Discípulos. En el relato, tienen la función de realzar la figura del personaje principal por el efecto de contraste.  Y si no, pensemos: ¿quiénes son, acaso, los verdaderos ciegos de la historia? Los discípulos no son capaces de ver más allá de sus narices, ignorando a quienes están tirados al costado de la vida, suplicando ayuda. Peor aún, se esfuerzan por silenciar las voces de auxilio, para que nada cambie, para que nada los moleste. La vida que sufre en ese mendigo golpea sus puertas, pero ellos deciden que nada los afectará. Restan importancia al pedido de encuentro con el Señor de su hermano, y le ofrecen una imagen de un Dios inaccesible. 

Jesús. Su actitud de diálogo y escucha lo diferencian de la multitud. En la hondura de su humanidad se revelan sus rasgos divinos. Jamás se le hubiese cruzado por la cabeza anular la libertad de este hombre. Él entiende bien en qué consiste nuestra dignidad. Por eso tiene el hermoso gesto de preguntarle qué es lo que quería, y no darlo por sentado. Y no se esfuerza por disimular sus elogios a la fe que intuye en quien ahora está de pie y quiere seguirlo.

Con corazón salesiano


Don Bosco nos narra su encuentro con Miguel Magone:

Regresaba yo una tarde de otoño de Sommariva del Bosco y, para tomar el tren que tenía que conducirme a Turín, tuve que esperar más de una hora en la estación de Carmagnola. (…)
Sólo un grupo de muchachos llamaban poderosamente la atención: jugaban, gritaban, atronaban los oídos de los pasajeros que estábamos allí. Los gritos de “espera”, “agárralo””, “huye”, “persiguelo” llegaban hasta nosotros perfectísimamente. Pero entre toda la gritería se percibía claramente una voz que se imponía a todas las demás. Era como la voz de un capitán que todos repetían y todos obedecían tajantemente.

Me entró enseguida una enorme curiosidad por conocer a quién con tanto ardor y tanta pericia era capaz de dirigir el juego en medio de tan gran alboroto. Viendo que, en un momento dado, se habían reunido todos alrededor del que les hacía de jefe, aproveché la ocasión por los pelos y de un salto me coloqué en medio de ellos.

Todos huyeron espantados; todos menos él, que se quedó firme, dándome la cara. Avanza hacia mí, pone los brazos en jarras y me dice con aire de mandamás:
-  ¿Quién es Usted para atreverse a mezclarse en nuestros juegos?
-  Soy un amigo tuyo.

A la Palabra, le digo


Señor, yo también estoy un poco al borde, del camino y de la vida. Dejo en tus manos mis cegueras, mis soledades, aquellas palabras que nunca pude pronunciar. Que la luz que desprende la hondura de tu divina humanidad me ayuden a llenar de sentido mi vida, ponerme de pie, y caminar hacia la felicidad junto contigo. 



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