La Palabra me dice
La Palabra de hoy es, en principio, chocante. No todos estamos preparados para escuchar de Jesús usar una comparación en la que se nos considera siervos. Sin embargo, superado el impacto que genera la fuerza del recurso literario, esta Palabra nos puede ayudar a “ubicarnos”, porque sale al auxilio de nuestra visión limitada de la vida, la cual en no pocas ocasiones nos lleva a confundirnos e ignorar el verdadero orden de la creación.
Las personas somos seres increíbles, con autonomía, creatividad, inteligencia, libertad. De esto no hay dudas. Pero desde otra perspectiva, no es menos cierta la afirmación de que las personas somos criaturas pequeñas, limitadas, que hemos recibido la vida como un regalo.
Nadie puede negar que la vida y todo lo que es parte de la vida es un don permanente. Si no podemos pensar, ¿qué tenemos que no hayamos recibido? ¿Nuestra vida, las personas que amamos, nuestra inteligencia, nuestra fe? Como dice San Pablo, no somos capaces de atribuirnos cosa alguna, como propia nuestra, sino que nuestra capacidad viene de Dios.
¿Qué actitud tener, entonces, frente a Dios? El sentido común nos indica, por tanto, que esta ha de ser la de un servidor generoso, humilde, siempre agradecido. Está completamente fuera de lugar pretender que Dios esté a nuestro servicio por lo poco que nosotros podamos ofrecerle. No podemos reclamarle nada. Por más que seamos la persona más religiosa y más rezadora de toda nuestra comunidad, no podemos perder de vista que los dones que brinda Dios a su siervo fiel no son un derecho que se puede reclamar, sino puro don gratuito. |