La Palabra me dice
La escena transcurre en Jericó, antigua y rica ciudad, donde habitaban muchos funcionarios e incluso algunos que tenían funciones en Jerusalén. La prostituta Rajab fue la única que se salvó con su familia en Jericó. Ahora será Zaqueo quien será salvado. Vale la pena recordar la sentencia de Jesús de que las prostitutas y publicanos tienen la precedencia en el Reino.
Precisamente, Zaqueo es publicano, o mejor, “jefe de publicanos”, doblemente impuro. Es un pecador de la peor especie, según el salmo 49, que afirma: “El hombre en la opulencia no comprende, es como los animales que perecen”. Pero este hombre quiere “ver” a Jesús. Pero la multitud se lo impide. Él es pequeño, y la pequeñez nos indica aquí su situación de pecado. Y, por otra parte, nuestra insolvencia como criaturas para salvarnos. Por eso se sube a un árbol, tal vez haciendo el ridículo. Pero también Jesús será levantado en el árbol de la cruz para recibir a todos, en el colmo de la humillación. Adán se equivocó de árbol, queriendo ser como Dios. Zaqueo, desde otro árbol, alcanzará la salvación.
Jesús mira levantando los ojos, es decir, desde abajo. Las dos miradas se encuentran. Jesús, que se ha rebajado para poder servir a todos, toma la iniciativa y llama a Zaqueo por su nombre. Zaqueo es urgido a bajar de ese árbol del poder y la presunción para poder acoger a Jesús, que quiere ir a su casa.
Zaqueo lo recibe, como Dios recibe a todos, porque Él es pura acogida. En Jesús el pecador encuentra la alegría verdadera, mientras los que se creen buenos sienten furor y desagrado. Pero cuando Jesús entra en la casa del corazón todo cambia. Y el rico Zaqueo, que hasta hoy ha vivido para aumentar su riqueza, ahora se despoja de ellas. Es el hoy de la salvación para este hijo de Abraham. Si Dios puede suscitar hijos de Abraham incluso de las piedras, con mayor razón podrá transformar aún el corazón más impuro y endurecido.
Finalmente se consigna la misión de Jesús que ha venido al mundo, traído por la misericordia. En efecto, toda la historia de la salvación es la búsqueda de Dios por el hombre. Para encontrarlo se humilla a sí mismo y se rebaja hasta lo indecible.
De este modo, Jesús podrá entrar en Jerusalén y cumplir su obra. Zaqueo anticipa esta obra de la salvación. Dios quiere recoger aún aquello que pudiera parecer más perdido. Su misericordia quiere alcanzar a todos. |