La Palabra me dice
La mención de Jerusalén en el camino de Jesús aparece a menudo en el Evangelio de Lucas. Es como un pre-anuncio de la muerte de Jesús y el lugar del cumplimiento. Los fariseos están echando a Jesús y, bajo el pretexto de la amenaza de Herodes, son ellos quienes lo empujan a la muerte. La calificación de “zorro”, aplicada a Herodes, puede extenderse a todos los que confían en su poder y en su astucia. El ministerio de Jesús radica en la debilidad que puede lo imposible. Y que al tercer día encontrará su cumplimiento con la resurrección. Jerusalén es el lugar de la salvación y de la perdición. Jesús se enraíza en la historia de los profetas perseguidos y matados, aquellos que anunciaron de antemano su venida. Jesús llora sobre Jerusalén porque ésta es como una madre que llora el mal del hijo que le da muerte. La imagen de la gallina es, si se quiere, humilde y modesta, pero expresa la fuerza de la ternura de Dios. Es solícita por sus pequeños, los calienta, los cubre, los protege, los custodia y los llama continuamente a su lado. El amor maternal de Dios es tan fuerte que se hace débil, tan sabio que se hace necio, hasta dar su vida por nosotros. |