Evangelio del Dia

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Jueves 06 de Octubre de 2022

La Palabra dice


Lc. 11, 5-13

Jesús dijo a sus discípulos:

Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: “Amigo, préstame tres panes, porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle”, y desde adentro él le responde: “No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos”.

Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario.

También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá.

¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una serpiente cuando le pide un pescado? ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión?

Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquéllos que se lo pidan!

La Palabra me dice


Podemos decir que el Evangelio de Lucas es, por excelencia, el Evangelio de la oración. Este texto, viene a continuación de la enseñanza del Padre Nuestro, como lo pedían los discípulos. En esta ocasión, se trata de la insistencia, ya que demasiado fácilmente la inconstancia, la fatiga o la falta de una fe madura representan una tentación constante también para el orante cristiano. 
Se contraponen dos actitudes: padres malos que no dan cosas malas a los hijos y, sin embargo, lo sabemos demasiado bien, pueden fallar. Y el “Padre del Cielo” que quiere y puede darnos el gran don que hace posible a todos los demás: el Espíritu Santo. Además, Él, como maestro de oración, hará aquello que el orante por sí mismo nunca podría lograr.

Con corazón salesiano


Don Bosco y los primeros salesianos formados en su escuela trataban de  permanecer en oración a lo largo de todo el día. Para esto se valían de jaculatorias y del ofrecimiento del propio trabajo y de las cosas que se iban viviendo. Por otra parte, la práctica de la oración más prolongada permitía profundizar e insistir de una manera nueva en el misterio. De este modo, el corazón se iba abriendo para recibir los dones del Padre y, en especial, su santo Espíritu.

A la Palabra, le digo


Señor Jesús, te alabamos y te bendecimos porque nos enseñaste y nos sigues enseñando a orar a través de tu Espíritu. Que podamos orar siempre e insistentemente, al mismo tiempo que pedimos al Espíritu que haga su obra en nosotros. Amén.


Ahora podés escuchar el Evangelio del Día en Spotify como "Lectio salesiana": https://spoti.fi/3gRYQSP