Evangelio del Dia

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Martes 27 de Septiembre de 2022

La Palabra dice


Lc 9, 51-56

Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante.

De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: “Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?”.

Él se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea.

La Palabra me dice


El Evangelio de hoy nos muestra a Jesús junto a sus discípulos, en camino desde Galilea hasta Jerusalén. Tenemos que pensar, aproximadamente, que la distancia entre ambas ciudades rondaba los 120 kilómetros. Según Google Maps, y con las comodidades que dos mil años después tenemos para hacerlo, para recorrer esa distancia a pie se tardarían casi 24 horas sin parar. Imagínense en la época de Jesús, teniendo que atravesar montes, caminando por quebradas, y con el calzado de la época. Todo un desafío (sobre todo cuando se hace notar el peso del día y del calor), por lo que era prácticamente inevitable el tener que hacer alguna “parada técnica” para descansar, comer y reponer energías. 

En esta situación nos ubica San Lucas. Jesús y sus discípulos necesitaban encontrar un lugar para descansar, y la ciudad más cercana era Samaría. Sin embargo, la relación entre los judíos y los samaritanos no era muy buena. Múltiples causas históricas, religiosas y culturales habían enemistado a estos pueblos. Tal es así que los samaritanos, al enterarse de que Jesús y sus amigos iban a Jerusalén, no quisieron recibirlos. ¿Y ahora? ¿Dónde iban a descansar Jesús y sus discípulos? 

Nada se dice de cómo reaccionó Jesús al respecto. Y normalmente, si en el Evangelio algo se dice o se omite, es por algo. Ninguna palabra está de más, así como tampoco ningún silencio. Jesús no dice nada, pareciera querer seguir adelante y buscar otro pueblo. Sin embargo, Santiago y Juan vivieron esta situación con tensión y así lo expresan: pretenden hacer caer fuego del cielo para consumir a los que lo rechazaron. Y Jesús los reprende, los reta.

Si algo observamos de Jesús en los evangelios, es que no aceptó ninguna forma de violencia, al contrario. La no violencia es uno de los rasgos esenciales de la actuación y del mensaje de Jesús. Por eso reacciona ante la pregunta de Santiago y Juan y los reta enérgicamente. Si algo quiso Jesús fue arrancar de las conciencias la imagen de un Dios violento. Sus palabras, sus gestos, su modo de proceder y actuar revelan a un Dios amoroso, cercano, paciente, que nunca se impone por la violencia. 

A Jesús no le importó ser rechazado: con paciencia decidió seguir su camino y buscar otro pueblo que los reciba. Con esta forma de actuar, Jesús nos enseña que la violencia nunca es el camino. Responder con amor es ser conscientes de que siempre hay otra oportunidad, y que en el camino de la vida siempre encontraremos puertas abiertas que nos reciban tal como somos. No es necesario fingir, mentir que somos lo que no somos, tampoco enojarse si las cosas no salen como las queremos. Recordemos que seguir caminando en búsqueda de “otro pueblo” es apostar por sembrar siempre amor, e intentarlo una y otra vez…

Con corazón salesiano


A todos nos puede pasar que ciertas situaciones las vivamos con indignación, o que creamos que las respuestas violentas ayudarían a resolver mejor ciertas cosas. A Don Bosco también le pasó. En el sueño de los 9 años, su primera respuesta ante las palabrotas que salían de las bocas de ese grupo de chicos, fue correr a separarlos con trompadas. 

Sin embargo, las palabras de Jesús a Juanito fueron contundentes: “No con golpes, sino con la mansedumbre y con la caridad deberás ganarte a estos, tus amigos”. ¡Y cuántos corazones conquistó desde ese entonces! Nuestro santo callejero es un fiel ejemplo de que nada supera al lenguaje del amor, y que pese a ser objeto de rechazos o desprecios, el amor sigue siendo el único camino. Que su ejemplo nos estimule y aliente a seguir construyendo nuestra vida con respuestas cotidianas de amor, dejando en manos de Dios todo lo que no sale como queremos.

A la Palabra, le digo


Gracias, Señor, porque en Jesús nos mostrás un Dios que no cree en la violencia, sino en el amor. Gracias por el ejemplo de Don Bosco, que con mansedumbre y caridad supo conquistar tantos corazones, incluso el nuestro. En tus manos pongo todo el amor del que soy capaz. Ayúdame a ensanchar el corazón para no dejarme llevar por la violencia, sino para seguir ensayando respuestas de comprensión y amor. Señor, hazme instrumento de tu paz, de tu amor, de tu comprensión, de tu perdón.


Ahora podés escuchar el Evangelio del Día en Spotify como "Lectio salesiana": https://spoti.fi/3gRYQSP