La Palabra me dice
Jesús, con sus parábolas, nos ayuda a comprender acerca de los misterios del Reino y nos dice, así como le dijo a la gente de su tiempo, que el Reino puede aparecer de improviso, que es un tesoro que encontramos de casualidad, haciendo otra cosa, o estando ocupados en otra actividad. Y que también puede ser fruto de una búsqueda, como le pasó a quien buscaba piedras preciosas, y que de pronto encontró una de gran valor, seguro que muy superior a las piedras que él creía, según su experiencia, que podían existir. Cada uno de nosotros puede haber llegado a encontrar el Reino, que es lo mismo que decir “encontrar a Jesús”, porque él es la basileia (el reinado) de Dios, de casualidad o buscándolo, pero lo importante es que lo encontramos. Y a partir de este acontecimiento salvífico, las parábolas se rematan con la acción de vender todo por poseer el tesoro o la piedra preciosa, de vender todo por poseer el Reino. Aquí puede surgir la pregunta: ¿cuánto he vendido por poseer este Reino? O quizás, ¿cuánto me falta vender para poder adquirir todo este Reino? Y también, ¿con cuánta alegría lo hemos hecho…? Ya que esto nos dará también una medida de cuánto queremos poseer y ser parte de este Reino de Dios. |