La Palabra me dice
La Palabra de Dios de hoy nos ofrece como un telón de fondo, que sería el estilo de hablar en parábola, con su realidad concreta y su espacio de apertura al misterio, y que se cierra con la expresión, “el que tenga oídos que oiga”. Además también se nos regala en este día un relato muy conocido, la parábola del sembrador. Las parábolas nos atraen por su lenguaje simple y directo, y nos desafían porque siempre nos invitan a ensayar caminos nuevos, a abrir nuevos vínculos y nuevas ventanas en nuestro “Windows” vital espiritual. La parábola del sembrador puede desconcertarnos por algunas de sus afirmaciones. ¿Por qué sembrar al voleo, desparramando tanta semilla, o mejor quizás desperdiciandola? ¿Por qué hacer tanto esfuerzo si al final los frutos serán tan pocos? La respuesta puede ser que Dios es Dios y obra como Dios. No es una siembra de hombres. Dios siembra para todos, y siembra con abundancia. Su modo de ser es la generosidad, es darlo todo, es darse todo. Y darse todo al corazón humano, con la esperanza de quien siembra. Pero el corazón humano es un territorio complejo. No acepta, acepta y no persevera, acepta pero es infiel, acepta y da fruto. Todo esto pasa, todo esto nos pasa. |