Con corazón salesiano
Don Bosco perdió a su padre a la temprana edad de los dos años. A partir de allí, esa pérdida lo condujo a una experiencia de la paternidad de Dios inculcada especialmente por su madre, Margarita. También, humanamente, el año en la escuela de Don Calosso hizo que Juan Bosco viva la cercanía afectiva de ese padre que nunca pudo disfrutar. Juan Melchor Calosso, en efecto, le expresó ante los inconvenientes con su hermano Antonio: “Juanito, has puesto en mí tu confianza, y yo no quiero quedarme sólo en palabras. Deja al hermano, si te trata de esa manera. Vente conmigo y vas a encontrar un padre que de veras te ama”. Poco a poco, él fue forjando un corazón de padre, signo de la misma paternidad de Dios, y encontró su mayor felicidad en ser nombrado así: “Llámenme Padre, y seré feliz”. |