La Palabra me dice
Desde el Antiguo Testamento, la viña representa al Pueblo de Israel. Yahvé es el viñador que la ha plantado, elegido y cuidado para que dé fruto. A lo largo de la historia, el pueblo constata que cuando se alejaban de Yavhé, se acercaba la desgracia; en cambio, cuando volvían el corazón a Dios, experimentaban la bendición. Jesús, con la imagen de la viña, llama a los discípulos a permanecer unidos a Él. El Padre cuida de los suyos: como el viñador corta, poda y limpia la vid, Dios va modelando los corazones de sus hijos e hijas, acompaña la vida de cada uno, guia la historia de su pueblo por caminos de más vida. La distancia de Dios, el apartarse de Él, llevan a la sequedad, al sinsentido y a la muerte. Jesús dice que la gloria de su Padre es el fruto que dan los sarmientos. San Ireneo decía que “la gloria de Dios es el hombre Vivo”. El fruto de la vid es dulce, el vino que se obtiene de las uvas es la bebida de la alegría, la fiesta, la abundancia. Jesús usará el vino para que sea su sangre, que en la cruz se derrama para nuestra salvación, para que tengamos Vida verdadera y abundante. |