Evangelio del Dia

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Jueves 12 de Mayo de 2022

La Palabra dice


Jn. 13, 16-20

Antes de la fiesta de Pascua, Jesús lavó los pies a sus discípulos, y les dijo: “Les aseguro que el servidor no es más grande que su señor, ni el enviado más grande que el que lo envía.

Ustedes serán felices si, sabiendo estas cosas, las practican. No lo digo por todos ustedes; Yo conozco a los que he elegido. Pero es necesario que se cumpla la Escritura que dice: ‘El que comparte mi pan se volvió contra mí’.

Les digo esto desde ahora, antes que suceda, para que cuando suceda, crean que Yo Soy.

Les aseguro que el que reciba al que Yo envíe me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me envió”.

La Palabra me dice


En tiempos de Jesús, el lavado de los pies era una práctica necesaria por la tierra que había en los caminos y el tipo de calzado que se usaba, y estaba reservada para los esclavos; eventualmente, algunos discípulos lavaban los pies a sus maestros como señal de reverencia, pero no ocurría a la inversa.

En Jesús, Dios nos amó hasta el extremo y así nos reveló su rostro. Con este gesto de abajamiento y donación total, nos recuerda que el Hijo de Dios se hizo hombre. Cuando se identifica con el “Yo Soy”, Jesús cuestiona a quienes lo oyen, porque así reconocían a Yavé en las Escrituras y, por medio de este nombre, Jesús se presenta totalmente cercano y hasta igual a Dios.

Jesús quiere que nos identifiquemos con Él y nos promete en eso la felicidad. No es poca cosa: hoy hay muchísimas promesas de felicidad a la vista y hasta propagandas que quieren venderla: en las cosas que podemos tener o hacer, en la mirada calificadora de los demás, o para sortear dificultades con velocidad y facilidad…

El lavatorio de los pies es el gesto revolucionario del amor: Dios se inclina ante el hombre como Servidor. Este camino de servicio y entrega no está libre de conflictos y dolor. El lavatorio de los pies, en el evangelio de Juan, nos habla de lo que aconteció en la Cruz y acontece en cada Eucaristía.  Su gran poder se manifiesta en la plena libertad y capacidad de darse.

Con corazón salesiano


María se presenta como la Servidora del Señor: escucha su Palabra, abraza su voluntad, está atenta a las necesidades en Caná y es discípula de Jesús en su misión. Ella canta el Magníficat alabando a Dios por las maravillas que hizo en ella y en la Historia de su pueblo. Descubrió la felicidad que hay en ofrecer la propia vida con amor, por amor, para que la Vida sea.

A la Palabra, le digo


María, queremos aprender tu pequeñez, disponibilidad y fidelidad, que Dios convierte en grandeza, maravilla y alabanza.
Enseñanos a hacer siempre lugar a Jesús en nuestro cotidiano para que podamos tener corazón servicial, capaz de inclinarse ante los demás, de limpiar, sanar y cuidar la vida de los jóvenes que nos confiás.


Ahora podés escuchar el Evangelio del Día en Spotify como "Lectio salesiana": https://spoti.fi/3gRYQSP