La Palabra me dice
Esta escena se da cerca de la Fiesta de las Luces o Hanukkah. Es invierno. La ubicación temporal indica que Jesús hace tiempo que viene anunciando su mensaje. Ya muchos son seguidores; otros, adversarios. Estos últimos lo confrontan, necesitan que diga claramente quién es. Jesús les recuerda las palabras que dijo, las obras que hizo y la constante incredulidad de ellos.
Es paradójico que Jesús declare como “sus ovejas” a quienes lo escuchan, a la vez que acusa a sus interlocutores de no ser de sus ovejas… ¿cómo es posible, si lo están escuchando?
En la Biblia, escuchar es más que oír. Es recibir la Palabra de Dios; no es sólo prestarle un oído atento, sino abrirle el corazón y ponerla en práctica; de eso se trata la obediencia de la fe, que busca hacer la voluntad del Padre.
A quienes ni las palabras ni las obras alcanzan para creer, Jesús les refleja que no están escuchando; por lo tanto, no llegan a reconocer su voz como la del Buen Pastor que trae Vida eterna, sino que siguen buscando cómo justificar su cerrazón.
Dios también escucha de modo activo, oye el clamor de su Pueblo y se compromete con su vida. Por eso es posible el conocimiento y el seguimiento, porque es el vínculo de amor y pertenencia, que sella una Alianza entre el hombre y Dios. Es la promesa de vida eterna y de cercanía constante. |