Evangelio del Dia

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Martes 26 de Abril de 2022

La Palabra dice


Jn. 3, 7b-15

Jesús dijo a Nicodemo:

“Ustedes tienen que renacer de lo alto. El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu”.

“¿Cómo es posible todo esto?”, le volvió a preguntar Nicodemo.

Jesús le respondió: “¿Tú, que eres maestro en Israel, no sabes estas cosas?

Te aseguro que nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero ustedes no aceptan nuestro testimonio. Si no creen cuando les hablo de las cosas de la tierra, ¿cómo creerán cuando les hable de las cosas del cielo? Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo.

De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en Él tengan Vida eterna”.

La Palabra me dice


Juan narra el encuentro de Jesús con Nicodemo. Este no era uno más en el pueblo judío, más bien pertenecía a un grupo letrado de aquel entonces. Esto quiere decir que no era un improvisado, un inculto, sino que era estudiado en materia religiosa, lo que equivale a decir que era de uno de los grupos que más en contra estuvo de Jesús: los religiosos del momento.
A pesar de todo, Nicodemo se encuentra en un diálogo cara a cara con Jesús, como quien quiere saber y conocer a este nuevo maestro que daba vueltas por el pueblo, y que sin duda gozaba de popularidad.
En el diálogo, con el marcado estilo de Juan, es digna de destacar la expresión de Nicodemo “¿Cómo es posible todo esto?”. Esa pregunta deja entrever el asombro de aquél que pertenecía al grupo de quienes todo lo sabían, de quien ya todo lo habían estudiado; pero para el cual, a pesar de todo, el encuentro con Jesús correspondió un comenzar de cero, y como el propio Jesús le dice al inicio del relato: un renacer.

Con corazón salesiano


Al igual que Nicodemo, Don Bosco también supo ser un buscador de la Verdad, un buscador de Dios. Quiso plasmar esa búsqueda en su lema sacerdotal, “dame almas, llévate lo demás”, lema que hace las veces de carta de presentación en un Juan Bosco que peregrina la fe, la búsqueda, y que se pregunta y no deja de buscar.

A la Palabra, le digo


Señor, no dejes que pierda la capacidad de asombro, la capacidad de comenzar de nuevo. Que mi corazón no se aferre a un cuerpo teórico que ya todo lo explica, sino que logre dejarse moldear, una y otra vez, por tu Palabra.


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