Evangelio del Dia

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Lunes 24 de Enero de 2022

La Palabra dice


Mc. 3, 22-30

Los escribas que habían venido de Jerusalén decían acerca de Jesús: “Está poseído por Belzebul y expulsa a los demonios por el poder del Príncipe de los demonios”.

Jesús los llamó y por medio de comparaciones les explicó: “¿Cómo Satanás va a expulsar a Satanás? Un reino donde hay luchas internas no puede subsistir. Y una familia dividida tampoco puede subsistir. Por lo tanto, si Satanás se dividió, levantándose contra sí mismo, ya no puede subsistir, sino que ha llegado a su fin. Pero nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa.

Les aseguro que todo será perdonado a los hombres: todos los pecados y cualquier blasfemia que profieran. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás: es culpable de pecado para siempre”.

Jesús dijo esto porque ellos decían: “Está poseído por un espíritu impuro”.

La Palabra me dice


En este texto vemos cómo los escribas siguen apuntando contra Jesús. Y Jesús no se queda callado, les responde con preguntas y situaciones obvias, que dejan en evidencia mostrando que ellos están insultando lo mismo que predican, diciendo que el mismo Jesús, “está endemoniado y poseído por espíritus impuros”. Por eso Jesús les advierte que jamás se perdonará al que blasfeme e insulte al Espíritu Santo.

Con corazón salesiano


Hoy recordamos a San Francisco de Sales, el santo de la dulzura y la caridad. Don Bosco lo toma como Patrono de su Congregación. Y rápidamente, me recuerda este texto bíblico al sueño de Juanito a los 9 años… donde comienza peleando con los niños que blasfemaban contra Dios y él se agarra a las piñas porque no podía permitir tan grande falta con Dios, su amigo. Y Ella, con dulzura, le dice: “No con golpes, Juanito, con mansedumbre y dulzura te los vas a ganar”. 
Desde el comienzo de su futura vocación, Don Bosco sabía cómo quería “ganarse” a los pibes y fue Ella, la Madre y Maestra, quien se lo enseñó. Él, más tarde… tomará esas virtudes de San Francisco de Sales. 

A la Palabra, le digo


Jesús, te confío mis enojos, mis violencias y te pido que me regales la mansedumbre y la dulzura de San Francisco de Sales, para mi obrar entre los jóvenes y con quienes me rodean.


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