Evangelio del Dia

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Domingo 17 de Octubre de 2021

La Palabra dice


Mc. 10, 35-45

Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: “Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir”. Él les respondió: “¿Qué quieren que haga por ustedes?”. Ellos le dijeron: “Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria”. Jesús les dijo: “No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?”. “Podemos”, le respondieron. Entonces Jesús agregó: “Ustedes beberán el cáliz que yo beberé y recibirán el mismo bautismo que yo. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados”.

Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos. Jesús los llamó y les dijo: “Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud”.

La Palabra me dice


Además de Pedro, también estos dos apóstoles tratan de obtener un puesto en la colección de privilegios que esperan del Reino que Jesús predica. No han aún entendido nada de la perspectiva del Señor. Por eso éste hace la comparación con los poderosos políticos y gobernantes de este mundo, que someten al pueblo y a los súbditos. La respuesta paradójica del Señor invierte la perspectiva. La verdadera riqueza y la visión positiva es dar la vida por los demás, como Jesús le anuncia a sus discípulos la pasión que sufrirá para la multitud. En el mundo y en la Iglesia, la persona importante es “servidora de todos”, como el mismo Jesús dijo de él mismo: vino al mundo para servir.

A la Palabra, le digo


Señor, yo no tengo mucho dinero, pero sé que el cristiano debe ayudar al prójimo también haciendo limosna. Te prometo que yo también haré lo posible por ayudar a los que pueda. Tú ayúdame e ilumíname en esta tarea. Amén.


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