La Palabra me dice
El anhelo misionero de Jesús se manifiesta repetidamente y de diversas maneras. En el Evangelio de hace pocos días se nos hablaba de una misión anterior confiada a los doce. En este caso, aunque los doce son mencionados explícitamente, Jesús envía también a 72 discípulos. Su preocupación para que el anuncio del Reino pueda llegar a todos es verdaderamente admirable. 72 son los ancianos de Israel y la totalidad de los pueblos según el Antiguo Testamento. Estos discípulos irán llevando la Palabra del Reino, son los nuevos ancianos dotados de la nueva sabiduría.
Ellos irán como corderos en medio de lobos. Jesús no les oculta las dificultades y resistencias que tendrán en el anuncio de su Buena Noticia. El cordero es el que ofrece su lana y su leche cuando está vivo, y carne y piel cuando muere. Esto ocurrió con el “Cordero de Dios” y ocurrirá también con sus discípulos: su entrega deberá ser completa, en la vida y en la muerte. Porque la Palabra es siempre sostenida por el testimonio.
Ellos deberán sembrar siempre, esté la tierra como esté, preparada o no. El sembrador es siempre generoso. A veces, podrá ver el fruto de la siembra y hasta cosechar. Otras veces, podrá ver al menos lo que otros cosechan. Pero, a menudo deberá “sembrar entre lágrimas”, como dice el salmo.
Es tal la dedicación que implica la misión, que deberán estar despojados de todo, incluso de sí mismos. Y también les tocará ser perseguidos. Porque ese fue el destino del mismo Jesús. Siempre el contenido de su anuncio será el amor del Padre, manifestado en Cristo Jesús, evitando cualquier forma de proselitismo barato que quiera disminuir la fuerza ascendente y disruptiva del Evangelio.
Nunca serán suficientes los esfuerzos que se hagan en la Iglesia para crear conciencia sobre la necesidad de la misión. Juan Pablo II ha dicho: “la Iglesia es misión”. Sin embargo, a veces parece que nos cuesta entenderlo. Por eso podemos preguntarnos: ¿Cómo asumimos nuestro compromiso misionero? ¿Cómo nos preparamos y cuánto desprendimiento y generosidad hay en nuestro corazón? ¿Somos conscientes de que vamos como corderos en medio de lobos y a veces sembraremos sin cosechar? |