La Palabra me dice
Por falta de raíz se secaron. El que tenga oídos para oír, que oiga. Tantas veces hemos escuchado esta parábola que hoy nos regala nuevamente la Palabra de Dios. Y sin embargo el desafío sigue siendo el mismo, sigue cuestionando nuestra vida espiritual y poniéndonos en camino. La superficialidad emerge como un riesgo constante en la vida espiritual. Una vida en la que nos abraza el activismo y la falta de horizontes, la ausencias de procesos internos y profundos, la apatía por lo auténtico en medio del ruido. Es la falta de raíz de la que nos habla el Evangelio: recibir el anuncio con agrado, con simpatía; sintonizando con él, pero haciéndolo pasar como algo más en la vorágine del día a día. Una información más, un mensaje más, un correo más… la vida sigue, las preocupaciones hacen olvidar rápidamente la Palabra para centrarnos en lo “urgente”, en lo “importante”. Quizá hemos pensado en ocasiones que tanto trabajo es lo que nos impide avanzar en la fe (y puede que algunas veces sea así), pero el riesgo principal no está en la actividad, sino en la forma de encararla, por eso Jesús nos anima a volver a escuchar, a abrir los oídos. Escuchar su Palabra para dar profundidad a lo que hacemos y somos. Hoy vale la pena detenerse y pensar: ¿me está haciendo falta raíz? ¿Se está secando algún aspecto de mi vida? ¿Qué o a quién estoy escuchando? |