Con corazón salesiano
Don Bosco mismo sostenía, para él y sus muchachos, que la verdadera fuerza está en “la paciencia y el perdón”. Siguiendo con este ejemplo, Maín alentaba a las hermanas a no irse a dormir sin pedir perdón a quienes hubiesen ofendido. En nuestra oración primordial, el Padre Nuestro, cada vez que lo rezamos, repetimos: “Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. En lo cotidiano, ¿somos conscientes de lo que esto implica? ¿Cómo lo ponemos en práctica? Así en nuestros grupos (ya sean oratorios, batallones, grupos misioneros, u otros) como en nuestras propias casas, a veces es difícil perdonar cuando nos sentimos realmente heridos. Si nuestros chicos se pelean no dudamos en predicar un perdón sincero, pero si algún animador no hace lo que debería, es otro tema. Busquemos ser “artesanos de misericordia”, en nuestra Familia Salesiana estamos llenos de ejemplos para vivir con un espíritu de reconciliación, con un perdón sincero de hermanos, abrazando la espina que da lugar a la flor que tanto amamos. |