Evangelio del Dia

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Martes 11 de Mayo de 2021

La Palabra dice


Jn. 16, 5-11

A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: “Ahora me voy al que me envió, y ninguno de ustedes me pregunta: ‘¿A dónde vas?’ Pero al decirles esto, ustedes se han entristecido.

Sin embargo, les digo la verdad: les conviene que Yo me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a ustedes.

Pero si me voy, se lo enviaré.

Y cuando Él venga, probará al mundo dónde está el pecado, dónde está la justicia y cuál es el juicio.

El pecado está en no haber creído en mí. La justicia, en que Yo me voy al Padre y ustedes ya no me verán.

Y el juicio, en que el Príncipe de este mundo ya ha sido condenado”.

La Palabra me dice


Recordemos que estamos escuchando el extenso discurso de Jesús a sus discípulos en la Última Cena relatado por San Juan. Son palabras de despedida: es lógico que reinara la tristeza en ese momento, y con las palabras de Jesús ahora se suma el dolor ante las persecuciones que les anuncia que están avecinándose. El ponerlos sobre aviso servirá en el momento de la prueba; pero en el momento actual es motivo de una pena intensa.
Con todo, hay motivos para alegrarse o para mitigar la pena, aunque estemos ante la partida de Jesús. Él tiene que ser glorificado antes de enviar el Espíritu; luego de su entrega dolorosa, enviará al Paráclito, nuestro defensor.

Con corazón salesiano


Ante este texto del evangelio podemos recordar el “sueño de los diez diamantes” que tuvo Don Bosco, comentado por Egidio Viganó, Rector Mayor de los Salesianos, que puede aplicarse a todos quienes nos identificamos con el carisma salesiano:
 
“… Don Bosco tuvo este sueño en San Benigno Canavese la noche del 10 al 11 de septiembre de 1881. En el sueño, el personaje encarna la fisonomía del salesiano. En la parte anterior de su manto brillan cinco diamantes, tres en el pecho: Fe, Esperanza y Caridad, y dos en los hombros: Trabajo y Templanza. En el lado posterior lucen otros cinco diamantes, en que se lee, respectivamente: Obediencia, Voto de Pobreza, Premio, Voto de Castidad y Ayuno.”
 
“… La vida salesiana en su actividad (diamantes del frente) y en su espiritualidad interior (diamantes de la espalda), se trata, podríamos decir, de las dos caras de un medallón salesiano. El anverso representa su figura social, el rostro, el da mihi animas; el reverso oculta el secreto de su constancia y ascesis, el armazón, el caetera tolle. De frente, la luz de los cinco diamantes (fe, esperanza, caridad, trabajo y templanza) presenta al salesiano en el testimonio público de su donación visible a los jóvenes.”
 
“… El salesiano está hecho para los jóvenes, y debe mostrar a todos un corazón simpáticamente repleto de una caridad pastoral que crea amistad. Para él no basta amar, ¡debe además hacerse amar!”

A la Palabra, le digo


Señor Jesús, acompáñanos en el camino de la fe, ayúdanos a mirar con esperanza el futuro, confiados en tu promesa de que siempre tendremos la luz de tu Espíritu. Con Su presencia se inunda de paz nuestro corazón.