Evangelio del Dia

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Sábado 08 de Mayo de 2021

La Palabra dice


Jn. 19, 25-27
Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien Él amaba, Jesús le dijo: “Mujer, aquí tienes a tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Aquí tienes a tu madre”. Y desde aquella Hora el discípulo la recibió como suya.

La Palabra me dice


Hoy celebramos en la Iglesia de Argentina nuestra fiesta mariana principal: nuestra querida Virgen de Luján. Este texto del evangelio de Juan nos hace un eco especial, pues nuestra Madre dio muestras claras de querer quedarse entre nosotros, en nuestra tierra. Jesús nos confió a Ella como nuestra madre, y Ella aceptó esta misión, y aquí en Luján quiso hacer de nuestros pagos el suyo. 

En este diálogo al pie de la Cruz, Jesús confía mutuamente a María y a Juan como madre e hijo. Es interesante constatar lo que afirma el evangelio: que el discípulo la recibió en su casa desde aquella hora; es decir, desde aquel mismo momento. Los discípulos aprendieron del testimonio de Jesús a aceptar la voluntad de Dios, incluso ellos recordarían el llamado que Jesús les hizo para que lo siguieran, y ellos inmediatamente dejaron todo para seguirlo. Pues ahora es a su Madre a quien hay que recibir, para que también sobre nosotros prodigue su cuidado y su testimonio de fe. 

María, será desde aquel momento el centro de unión de la Iglesia, de allí el vínculo indisoluble que hay entre ambas.

Con corazón salesiano


Nos surge inmediatamente en el corazón salesiano la memoria del día de la muerte de Mamá Margarita. Don Bosco, luego de la partida de su madre al cielo, corrió junto a algunos de sus muchachos a la cercana Iglesia de la Consolata, donde está la imagen de mayor devoción para los turineses. Solía ir allí con frecuencia a rezar con sus muchachos. 

En esta oportunidad lo hizo con el dolor de la partida, y la convicción de que siempre necesitaría de una madre para él y para sus muchachos huérfanos o con las familias lejanas en los campos. Y allí brotaron palabras cargadas de cariño y de fe: “Mis pequeños y yo ya no tenemos madre en la tierra, ahora tienes que ser Tú nuestra Madre desde el cielo".

A la Palabra, le digo


Hoy, de corazón, Madre del Pueblo Argentino, en tiempos de necesidad y de prueba, te pedimos por todos nuestros hermanos, en especial aquellos que están sufriendo más las consecuencias de esta pandemia, por el dolor, la soledad, el hambre, la falta de trabajo, el agobio, la tristeza, la enfermedad; en especial te pedimos por todos aquellos que ya están junto a tu Hijo en el Cielo. A todos danos tu consuelo, la esperanza y el amor para sostenernos en fraternidad y unidad.