La Palabra me dice
“Ya era de noche y Jesús aún no se había reunido con ellos“: El evangelista Juan por un lado evoca el éxodo: atravesar el mar en medio de las dificultades. Por otro evoca la situación de las comunidades en el imperio romano: al igual que los discípulos, vivían en medio de la noche, con el viento contrario y el mar agitado y… ¡Jesús parecía ausente! Recuerdo aquellas situaciones en las que parecía que Jesús estaba ausente en mi vida, en mi comunidad, en mi familia. Identifico por dónde y cómo lo he buscado.
“Vieron a Jesús acercarse a la barca caminando sobre el agua”: El mar era el símbolo del abismo, del caos, del mal (Ap 13,1). En el Éxodo, el pueblo hace la travesía para la libertad, enfrentando y venciendo el mar. En otros pasajes la Biblia muestra a Dios que vence el mar (Gen 1,6-10; Sal 104,6-9; Pro 8,27). Vencer el mar significa imponerle sus límites e impedir que hunda la tierra con sus olas. Aquí Jesús revela su divinidad dominando y venciendo el mar, impidiendo que la barca de sus discípulos sea tragada por las olas. ¿Realmente creo que la Resurrección es la última palabra de Dios para la vida del hombre? ¿Que en la Resurrección Dios nos ha dicho que el Mal no vence, sino que triunfa el Bien? ¿Cómo se traduce esta fe en mi vida y mi forma de obrar?
“Ellos quisieron subirlo a la barca, pero ésta tocó tierra en seguida”: Sólo la presencia de Jesús puede erradicar el miedo de los discípulos; basta con escuchar su palabra para que los atemorizados discípulos lo reconozcan y lleguen a tierra firme. Trato de identificar las ocasiones (personales, comunitarias, eclesiales), en las que hemos optado ciegamente por el poder y el reconocimiento, alejándonos así del amor a Dios y a los hermanos; en las que preferimos vender nuestra libertad al sistema por temor de ser juzgados o rechazados. |