La Palabra me dice
En esta ocasión le preguntaron a Jesús por qué no ayunaban sus discípulos, en clara oposición con los discípulos de Juan bautista y de los fariseos, que sí lo hacían. El ayuno les estaba prescrito a los judíos en un solo día, el día de la reconciliación. Sin embargo, también un ayuno voluntario se consideraba un ejercicio piadoso. Así los fariseos ayunaban dos veces por semana. La pregunta dirigida a Jesús parece inofensiva; los que preguntan se admiran de que Jesús y sus discípulos no conozcan esta práctica, a pesar de que Juan el bautista y afamados doctores de la Ley se atenían a ella. La respuesta de Jesús es, a su vez, una nueva pregunta contrapuesta a la anterior: “¿Es que pueden ayunar los amigos del novio mientras tengan al novio con ellos?”
La boda era considerada por los judíos como imagen del tiempo del gozo mesiánico. La respuesta de Jesús era fácilmente comprensible para sus oyentes: mientras tienen el novio con ellos no pueden ayunar. Ya tienen la “salvación” traída por la presencia del Señor. Pero los cristianos se unen a Él para luchar también contra las tentaciones y la muerte definitiva, ayunando a veces, y para los creyentes del tiempo de Jesús, ayunarán cuando se “llevarán al novio”: su muerte es luto para los discípulos. Pero también con su Resurrección empieza un tiempo nuevo, el de la Nueva Alianza. Entonces lo viejo habrá pasado y “nadie le pone una pieza de paño sin estrenar a un vestido viejo”. Es decir, Jesús dice a su pueblo: conmigo ha venido al mundo algo nuevo que no puede armonizarse con la Antigua Alianza y sus instituciones. Con el Señor resucitado ha iniciado una “nueva era”. Lo viejo ya pasó. |