La Palabra me dice
El “apostolado” de Jesús aquí está resumido en dos actividades: predicar y sanar a los enfermos. Ambos tipos de acciones se exigen mutuamente: si predicar es proclamar que viene el Reino de Dios, el sanar remite al mismo, pues el Reino significa derrotar el mal, en primer lugar las enfermedades que estropean la buena salud de las personas. Ambas cosas las hizo Él y por eso la gente estaba tan fascinada con su actuar y “su fama se extendió por todo el territorio de Galilea”.
La actitud del Señor es un buen paradigma para los apóstoles que hoy desean imitarlo: en el propio estado de actividades estar dispuesto a dar a conocer y anunciar el Reino de Dios, según las modalidades de cada época y en consonancia con los problemas de hoy. En segundo lugar, combatir el mal que afecta a los otros, la injusticia y las ofensas a los débiles y desamparados. Si alguien está dispuesto a poner en obras estas cosas, verá que puede hacerlo constantemente, pues la vida de hoy no es ajena a este lenguaje.
El intento de cambiar el discurso sobre el Reino puede afectar los “modos de decir”, las comparaciones, pero no los conceptos fundamentales, como ser el dominio de Dios en las cosas y acciones nuestras de cada día, las que construyen una sociedad nueva y mejor para todos. Y luego el trato con el prójimo, donde la gente y los individuos de veras sean tomados en cuenta, no como fichas de un tablero, sino como personas hijas de Dios que merecen verdad y respeto fundadas en la misma creación de Dios y el evangelio. |