Evangelio del Dia

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Viernes 08 de Enero de 2021

La Palabra dice


Marcos 6, 34-44 “Denles ustedes de comer”

Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.
Como se había hecho tarde, sus discípulos se acercaron y le dijeron: “Éste es un lugar desierto, y ya es muy tarde. Despide a la gente, para que vaya a los campos y poblaciones cercanos a comprar algo para comer”.
Él respondió: “Denles de comer ustedes mismos”.
Ellos le dijeron: “¿Tendríamos que ir a comprar doscientos denarios de pan para dar de comer a todos?”
Jesús preguntó: “¿Cuántos panes tienen ustedes? Vayan a ver”.
Después de averiguarlo, dijeron: “Cinco panes y dos pescados”.
Él les ordenó que hicieran sentar a todos en grupos, sobre la hierba verde, y la gente se sentó en grupos de cien y de cincuenta.
Entonces Él tomó los cinco panes y los dos pescados y, levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. También repartió los dos pescados entre la gente.
Todos comieron hasta saciarse, y se recogieron doce canastas llenas de sobras de pan y de restos de pescado. Los que comieron eran cinco mil hombres.

La Palabra me dice


Dar de comer a varios miles de personas comenzando de nada, o teniéndolo todo (Dios de poquito Dios saca muchísimo). El gesto de Jesús es paradigmático: quiso decir que Dios está donde se comparte con amor el pan, ya que el hambre de la multitud es el grito de los pobres que se funde con el del Señor que sufre con ellos. 

En América Latina las posibilidades de compartir son grandes y continuas. El sufrimiento de mucha gente es desolador y la injusticia, verdadera raíz de tantos clamores, llega al corazón de Dios y de los cristianos. Cuando una persona le dice a otra que la ama, es porque está decidida de darle algo de sí misma no sólo palabras. Eso es darle presencia concreta al Señor que llega a cada ser humano cuando está solo y necesita de alguien que lo socorra. La caridad desinteresada hace visible al Señor y su palabra se torna “el cariño de Dios”.

Con corazón salesiano


Sor María Romero Meneses fue una religiosa salesiana que trabajó en Costa Rica, aunque nacida en Nicaragua. De joven se hizo religiosa de María Auxiliadora. Más tarde como religiosa profesa, inicia a visitar a los pobres. Impulsa a las “misioneritas” que, luego, la ayudarán en sus obras apostólicas. Funda Oratorios de periferia y allí distribuye alimentos y reparte ropa para los pobres. Su entrega a los necesitados se hace proverbial. Su memoria amorosa es esperanza viva de los pobres. Ahora espera ser elevada a la Canonización para ser aclamada oficialmente “santa”. Su deseo fue ser la servidora de Jesús en los pobres… para eso siguió su ejemplo. 

A la Palabra, le digo


Jesús, Buen Pastor, Tú diste de comer a gente que sufría el hambre. Haz de nosotros dispensadores de tus bienes entre los pobres. Que ellos te vean cercanos y confiados, porque tú eres el Dios que nos creaste para la felicidad que consiste en recrearse con los bienes de esta tierra y después estar siempre contigo en el Cielo.