La Palabra me dice
El Nuevo Testamento está lleno de historias que reflejan la realidad de una época, en la que también se refleja la nuestra. Nos damos cuenta de las lógicas injustas, meritocráticas, exploramos las relaciones asimétricas y violentas donde ganan los que tienen poder y descubrimos las estructuras patriarcales que dejan al margen del camino a tantos y tantas sin importar su condición humana. La viuda de esta historia que presenta Jesús estaba siendo vulnerada por las lógicas de su tiempo, pero aún así, ella sabe reconocer sus propias necesidades y clamar por ellas. Aún cuando no le queda otra opción que esperar a que un juez egoísta e inhumano la escuche, ella insiste y grita para decir “aquí estoy yo, aunque no quieras verme ni escucharme”, y acaba consiguiendo la atención que precisa. Una mujer viuda, que a los ojos de la sociedad ha perdido su condición y su validez como mujer, nos enseña a no desfallecer en los intentos de “justicia”. Jesús proclama sentidos contraculturales, visibiliza a todos y todas, propone repensar críticamente nuestras prácticas para tener la vida en el centro, para construir incansablemente un mundo fuera del poder hegemónico establecido, un mundo más justo para todos y todas. |