La Palabra me dice
Una vez más la comunidad de Lucas nos presenta a Jesús contando una de sus historias a los discípulos. El protagonista, un administrador sobre el cual pesa una acusación, frente a la posibilidad de quedarse sin nada, hace uso de lo único que dice saber hacer para cuando le toque dejar el puesto: administrar. Pero ahora lo hace bajo el sentimiento de fragilidad, pues se quedará sin su trabajo y posición de privilegio. Su respuesta lúcida le abriría las puertas cuando ya no tenga dicha posibilidad. Tal vez en su ambición de sacar comisiones olvidó que tan sólo era el administrador y no el dueño.
También muchas veces olvidamos que somos tan solo administradores. Dicho olvido nos coloca en un lugar de seguridad confundiéndonos, llegando a creer que “somos” aquello que tan solo administramos, lo que a su vez nos hace distantes de los demás. Saber de nuestros privilegios y tomar conciencia de que aquello que administramos no es nuestro nos regala ser solidarios, empáticos, y nos desafía a la reciprocidad buscando que a todos nos vaya bien.
La sabiduría que nos viene por el cuero nos ha enseñado que muchas veces la generosidad nos ha llegado por el lado de quienes menos seguridades tienen, quienes más necesidades han sentido a lo largo de su vida. Por el cuero también aprendimos que muchas veces cuando nos sentimos frágiles, vulnerables, necesitados y salimos al encuentro de los otros pudimos dar incluso más que en oportunidades donde nos paramos tan sólo desde nuestras seguridades. |