La Palabra me dice
Nadie sigue a quien no quiere o en quien no cree. A Jesús lo seguían multitudes inspiradas y conmovidas por sus gestos y enseñanzas. Es que Él era cercano y nada de lo que expresaba en sus palabras resultaba ajeno a la vida cotidiana, a las realidades y experiencias que atravesaban todos y todas. Lo seguían hombres, mujeres y niños de todos los pueblos, que estaban dolidos, heridos, discriminados, olvidados y se aferraban al Dios que les mostraba otra manera de vivir desde el amor. La propuesta de Jesús resultaba ser, entonces, siempre un desafío, una invitación a ir más allá, a animarse a cambiar la mirada de la realidad.
Cada invitación de Jesús tiene como regalo un encuentro profundo con Dios y con el Reino, expresado en vivir junto a otros y otras y, también, con uno mismo. Convoca a experimentar la felicidad y la esperanza en lo cotidiano. Las bienaventuranzas no son un mandato superficial a la felicidad ni un recetario de pasos para cumplir, sino más bien una lectura diferente de la realidad, una propuesta para llevar adelante prácticas reales para que otro mundo sea posible.
En el día de los Santos y Santas de nuestra Iglesia, los reconocidos y los anónimos, celebramos que con sus actitudes y sus búsquedas de felicidad se animaron a transformar sus vidas y la de tantos. |