La Palabra me dice
La semilla “de uyo, tiene vida” y por esta razón crece. Lo particular de la semilla de mostaza es que siendo pequeña como la cabeza de un alfiler puede crecer mucho. La nueva comunidad judeocristiana experimenta la semilla de la fe y aunque es insignificante para el pueblo de Israel, es necesario confiar en ella. Supone para el discípulo “romper la envoltura” y dejar que el corazón se abra a la dinámica del Reino. Pero, ¿a qué se refiere el Señor con estas aves que buscan refugio en los árboles? En el Antiguo Testamento los árboles representaban a reyes o imperios que ofrecían protección a pueblos y naciones súbditas, que eran representados como aves. El profeta Daniel interpretó el sueño de Nabucodonosor en el que él y su reino eran un gran árbol donde se cobijaban muchos pueblos y naciones. El profeta Ezequiel, hablando de parte de Dios, condenó la actitud del rey de Israel y le anunció que sería exiliado y el resto de Israel que le había seguido sería destruido. Pero en medio de esta situación extrema, en la que había desaparecido toda esperanza de continuidad para su pueblo, Dios anuncia que iba a levantar un nuevo pueblo del que formaría su propio Reino (un gran árbol) debajo del cual vendrían a cobijarse las naciones. Todo judío tiene muy presente las enseñanzas de los profetas. Con este pasaje como trasfondo, Jesús se atreve a decir que su misión será la realización de esta profecía. En su persona Dios estaba sembrando el reino mesiánico en el que encontrarán refugio personas de todas las naciones. |