Evangelio del Dia

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Lunes 27 de Julio de 2020

La Palabra dice


Mt. 13, 31-35 – “Cosas que estaban ocultas”.

Jesús les propuso otra parábola: "Aquí tienen una figura del Reino de los Cielos: el grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en su campo. Es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece, se hace más grande que las plantas de huerto. Es como un árbol, de modo que las aves vienen a posarse en sus ramas". Jesús les contó otra parábola: "Aquí tienen otra figura del Reino de los Cielos: la levadura que toma una mujer y la introduce en tres medidas de harina. Al final, toda la masa fermenta". Todo esto lo contó Jesús al pueblo en parábolas. No les decía nada sin usar parábolas, de manera que se cumplía lo dicho por el Profeta: "Hablaré en parábolas, daré a conocer cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo."
 

La Palabra me dice


La semilla “de uyo, tiene vida” y por esta razón crece. Lo particular de la semilla de mostaza es que siendo pequeña como la cabeza de un alfiler puede crecer mucho. 

La nueva comunidad judeocristiana experimenta la semilla de la fe y aunque es insignificante para el pueblo de Israel, es necesario confiar en ella. Supone para el discípulo “romper la envoltura” y dejar que el corazón se abra a la dinámica del Reino. 

Pero, ¿a qué se refiere el Señor con estas aves que buscan refugio en los árboles? En el Antiguo Testamento los árboles representaban a reyes o imperios que ofrecían protección a pueblos y naciones súbditas, que eran representados como aves.

El profeta Daniel interpretó el sueño de Nabucodonosor en el que él y su reino eran un gran árbol donde se cobijaban muchos pueblos y naciones. El profeta Ezequiel, hablando de parte de Dios, condenó la actitud del rey de Israel y le anunció que sería exiliado y el resto de Israel que le había seguido sería destruido. Pero en medio de esta situación extrema, en la que había desaparecido toda esperanza de continuidad para su pueblo, Dios anuncia que iba a levantar un nuevo pueblo del que formaría su propio Reino (un gran árbol) debajo del cual vendrían a cobijarse las naciones.  

Todo judío tiene muy presente las enseñanzas de los profetas. Con este pasaje como trasfondo, Jesús se atreve a decir que su misión será la realización de esta profecía. En su persona Dios estaba sembrando el reino mesiánico en el que encontrarán refugio personas de todas las naciones.

Con corazón salesiano


La propuesta pedagógica salesiana se caracteriza por la presencia del educador al lado de cada joven. Algo clave y significativo es lo que llamamos “palabrita al oído”. La Cronohistoria, que narra la vida de las primeras comunidades de las Hijas de María Auxiliadora, expresa: “Una tarde la Madre había dirigido una expresión un poco viva a una hermana, en el preciso momento en que tocaba la campana para el silencio riguroso. Cuando todas se fueron a la cama, ella se acercó despacito a la cama de la Hermana y, al oírla llorar quedamente, le dijo al oído: ‘¡Estáte alegre, que te quiero y lo hago por tu bien!’. La hermana se tranquilizó con aquellas palabras, mientras la Madre desaparecía, quizá a dar gracias a Jesús, que le había sugerido preferir la caridad al silencio”.

A la Palabra, le digo


Señor Jesús, agradezco todo el cuidado que tenés de mi vida-semilla a través de tantas personas que siembran esperanza en mi vida y me animan a despertar los sueños en mi. Gracias por tantas palabritas al oído que he recibido de quienes han visto lo mejor de mí. Voces que me ayudan a creer en mí, que, en definitiva, es creer en Vos.