Evangelio del Dia

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Jueves 09 de Julio de 2020

La Palabra dice


Mt. 10, 7-15 – “Proclamen que el Reino está cerca”.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus apóstoles: "Vayan y proclamen que el Reino de los cielos está cerca; curen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos, echen demonios. Lo que hayan recibido gratis, denlo gratis.

No lleven en la faja oro, plata ni monedas; ni tampoco alforja para el camino, ni otra túnica, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entren en un pueblo o aldea, averiguen quién hay allí de confianza y quédense en su casa hasta que se vayan. Al entrar en una casa, saluden; si la casa se lo merece, la paz vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a ustedes. Si alguno no los recibe o no los escucha, al salir de su casa o del pueblo, sacudan el polvo de los pies. Les aseguro que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquel pueblo”.
 

La Palabra me dice


Jesús envía a sus primeros discípulos a predicar.

En la época de Jesús el pueblo sufría un doble cautiverio: el cautiverio de la religión oficial, mantenido por los escribas, fariseos y sacerdotes del Templo; y el cautiverio político de Herodes, apoyado por el Imperio Romano y sustentado en un sistema bien organizado de explotación y represión. Por esto, una parte importante del pueblo vivía excluido, arrojado y sin lugar en la religión ni en la sociedad. 

Ante esta situación, Jesús no es neutral. Él tomó la iniciativa en defensa de la vida, convocó a sus discípulos y los animó a salir al encuentro de los que sufrían, siempre anunciando la paz.

Su Madre, María de Itatí optó quedarse en medio del pueblo, porque predicar es, principalmente, elegir estar, crecer y acompañar a nuestra gente.

Con corazón salesiano


Don Bosco tuvo una certeza: su misión no podía quedar solamente en Valdocco. Por eso, acompañó y soñó la expansión de la Congregación Salesiana. El 11 de noviembre de 1875, luego de la celebración en la Iglesia María Auxiliadora, se realizó la despedida de los primeros misioneros que vendrían a la Argentina. 

El 14 de diciembre de 1875 llegan a nuestro país y asumen la primer misión: la Iglesia Mater Misericordiae, en la ciudad de Buenos Aires. Ese no era un punto cualquiera, allí se encontraban cientos de italianos que habían venido a América con la intención de tener un mejor porvenir. 

En esta primera expedición misionera contaba sólo con diez salesianos: seis sacerdotes y cuatro hermanos coadjutores. Quien estaba al frente de este grupo era quien estaba desde los primeros tiempos en el Oratorio: Juan Cagliero. A ellos, Don Bosco les dijo: “Busquen almas, no dinero ni dignidades. Preocúpense especialmente de los enfermos, de los niños, de los pobres y de los ancianos, y serán bendecidos por Dios y estimados por los hombres”.

A la Palabra, le digo


Don Bosco, Padre y Maestros de la juventud,
intercede por nosotros para que los niños, adolescentes 
y jóvenes de nuestra patria puedan crecer como personas y como cristianos.
Ayúdanos a comprender y vivir cada vez más
el amor demostrado, el diálogo razonable,
y la relación cercana y amistosa con Cristo,
que nos mostraste en el Sistema Preventivo.

Que en todas las casas salesianas
esté vivo el mismo Espíritu que Dios te regaló a vos,
para que seamos capaces de dar hasta el último aliento
en bien de aquellos que nos necesitan,
entregando la vida por ellos, como tú lo hiciste.
Regálanos tu misma confianza en la Auxiliadora que todo lo hizo.
San Juan Bosco, ¡ruega por nosotros!