La Palabra me dice
Espíritu Santo, Amor del Padre y del Hijo ilumíname siempre en lo que debo pensar, en lo que debo hacer, en lo que debo decir, en lo que debo callar y en cómo debo vivir procurando siempre el bien del prójimo. Espíritu Santo ilumina mi vida y fortalece mi fe. “¡La paz esté con ustedes!”. La Paz es el regalo de Jesús a sus discípulos, desconcertados ante la pronta despedida de la que habla y les anuncia. La Paz es un don, un regalo que viene de lo alto, y se cuela en el corazón humano permeable a la acción de Dios. También nosotros en este hoy de la historia que transitamos, sacudidos por la pandemia mundial y acosados por el aislamiento social, seguramente sentimos que la vida personal y la historia de la humanidad ya no será lo mismo. Muchos deseamos que este duro golpe nos vuelva más humanos y nos ayude a construir una fraternidad universal en la que todos cuidemos la casa común, la integridad de las personas, la dignidad y la justicia para todos. ¿Será que todo podrá cambiar? No lo sabemos, pero muchos de nosotros ya comenzamos a sentirnos diferentes y a buscar y bucear dentro de nosotros mismos que es lo que vale la pena. Pues bien, creo que el evangelio de hoy nos regala una clave, algo que vale la pena soñar, trabajar, embarcarse en un proyecto común: LA PAZ, esa paz que nos saque del miedo y nos haga varones y mujeres llenos de esperanza. Estamos llamados a vivir la fe en actitud de búsqueda responsable y compartida. Llamados a vivir sanando esta cultura que se enloqueció con la vertiginosidad de los continuos cambios. La paz que el Señor nos entrega no es sólo ausencia de conflictos y tensiones, o sólo tranquilidad interior. Sino que es el regalo y la promesa de Jesús par sus discípulos de todos los tiempos. La promesa de que su presencia llena el alma. “La persona que lleva la paz de Cristo en su interior busca siempre el bien de todos, no excluye a nadie, respeta las diferencias, no alimenta la agresión, fomenta lo que une, nunca lo que enfrenta”. “Reciban el Espíritu Santo”. El Señor nos regala una fuerza interior que viene de Él; el Espíritu es la memoria de Jesús, es su presencia amiga y liberadora. Sintiéndonos guiados por el Espíritu, el desafío podemos juntos promover una cultura de paz que implica apostar y construir una cultura de escucha y diálogo con todos, superando rigideces ideológicas o mentalidades cerradas. ¡Qué esperanzador es sentir que el Espíritu sigue actuando y haciendo nuevas todas las cosas, que después de este tiempo difícil que transitamos como humanidad juntos podemos seguir apostando y construyendo por una humanidad nueva, un convivir planetario cuidadoso con toda vida que se desarrolla en la casa común! El Espíritu nos ayude a seguir construyendo la paz en la verdad y en la búsqueda del bien para todos. |