La Palabra me dice
Que en este rato de oración y encuentro contigo Señor, tu Espíritu me guía y revele tu Palabra para que también pueda experimentar que tu gracia es como una fuente de agua que brota en mi interior y recorre todo mi ser. “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba”. En los tiempos de Jesús y en nuestros tiempos, la gente busca algo que les quite la sed; algo que llene el vacío existencial, algo que sacie las necesidades humanas. La verdad es que es una sed que hace mucho tiempo la gente busca quitar o apagar. Jesús usa una comparación que toca la sensibilidad propia de toda persona, se compara con el agua que calma la sed y que se vuelve torrente de vida en su interior. Este simbolismo nace en la experiencia de peregrinación del pueblo de Israel y el pedido de lluvias en el desierto. Mientras la gente cree que Jesús habla de las lluvias, su mensaje radica en la profunda necesidad del alma y como cubrir esta necesidad. Jesús nos invita a reconocer nuestra sed en nuestro interior. Esta sed me habla de la necesidad básica que todos tenemos de amar y ser amados. Dice un autor contemporáneo: “El amor tiene muchas caras: amor que es pasión, que es sed, que es encuentro, que es proyecto, que es apertura, que es paciencia, que es dedicación. Una lección curiosa de la vida es que, aunque uno aspira a ser amado, lo único que está en nuestra mano es amar. Dar, sin saber lo que recibirás a cambio. Ofrecer sin exigir. (…) si fuéramos capaces de vivir el amor desde la libertad, ello nos haría muy dichosos.” “(El) Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él”. De nuevo el Señor confirma su la promesa: el Espíritu Santo. La obra del Espíritu no había empezado, hasta que Jesús no fuera glorificado. Y aún seguimos confiados en su Promesa, porque su Espíritu sigue actuando en nuestro mundo, en nuestra historia, en el corazón de cada persona. La infinitud del Espíritu nos espanta y nos hace libres, plenos, felices. Porque el Espíritu es una palabra de sanación, una palabra de misericordia, una palabra de alegría, una palabra de comunión, una palabra de Vida. |