Evangelio del Dia

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Sábado 30 de Mayo de 2020

La Palabra dice


Jn. 7, 37-39 – “Los que creyesen en él”

En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado”.
 

La Palabra me dice


Que en este rato de oración y encuentro contigo Señor, tu Espíritu me guía y revele tu Palabra para que también pueda experimentar que tu gracia es como una fuente de agua que brota en mi interior y recorre todo mi ser.

“Si alguno tiene sed, venga a mí y beba”. En los tiempos de Jesús y en nuestros tiempos, la gente busca algo que les quite la sed; algo que llene el vacío existencial, algo que sacie las necesidades humanas. La verdad es que es una sed que hace mucho tiempo la gente busca quitar o apagar. 

Jesús usa una comparación que toca la sensibilidad propia de toda persona, se compara con el agua que calma la sed y que se vuelve torrente de vida en su interior. Este simbolismo nace en la experiencia de peregrinación del pueblo de Israel y el pedido de lluvias en el desierto. Mientras la gente cree que Jesús habla de las lluvias, su mensaje radica en la profunda necesidad del alma y como cubrir esta necesidad. Jesús nos invita a reconocer nuestra sed en nuestro interior.

Esta sed me habla de la necesidad básica que todos tenemos de amar y ser amados. Dice un autor contemporáneo: “El amor tiene muchas caras: amor que es pasión, que es sed, que es encuentro, que es proyecto, que es apertura, que es paciencia, que es dedicación. Una lección curiosa de la vida es que, aunque uno aspira a ser amado, lo único que está en nuestra mano es amar. Dar, sin saber lo que recibirás a cambio. Ofrecer sin exigir. (…) si fuéramos capaces de vivir el amor desde la libertad, ello nos haría muy dichosos.”

“(El) Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él”. De nuevo el Señor confirma su la promesa: el Espíritu Santo. La obra del Espíritu no había empezado, hasta que Jesús no fuera glorificado. Y aún seguimos confiados en su Promesa, porque su Espíritu sigue actuando en nuestro mundo, en nuestra historia, en el corazón de cada persona. La infinitud del Espíritu nos espanta y nos hace libres, plenos, felices. Porque el Espíritu es una palabra de sanación, una palabra de misericordia, una palabra de alegría, una palabra de comunión, una palabra de Vida.

Con corazón salesiano


Innumerables imágenes, utiliza San Francisco de Sales en su Tratado del Amor de Dios para hablar de esta sed insaciable de amor que todos tenemos, sed del amor único de Dios. Les comparto apenas unos párrafos del capítulo XVIII:

“Mas, si no podemos naturalmente amar a Dios sobre todas las cosas, ¿por qué tenemos esta natural inclinación a ello? ¿No es una cosa vana el que la naturaleza nos incline a un amor que no nos puede dar? ¿Por qué nos da la sed de un agua tan preciosa, si no puede darnos a beber de ella? ¡Ah, Teótimo, qué bueno ha sido Dios para con nosotros!

(…) Ciertamente, la noble tendencia que Dios ha infundido en nuestras almas, da a conocer a nuestros amigos y a nuestros enemigos, no sólo que hemos sido de nuestro Creador, sino, además, que, si bien nos ha soltado y dejado a merced de nuestro libre albedrío, sin embargo, le pertenecemos y se ha reservado el derecho de atraernos de nuevo para sí, para salvarnos, según la disposición de su santa y suave providencia. (…) y ha dejado en nosotros esta hermosa marca de nuestro origen, pretende todavía y desea volvernos y reducirnos a sí, si somos tan dichosos que nos dejamos recuperar por su divina bondad”.

A la Palabra, le digo


Ábrenos Señor a la presencia de tu Espíritu Santo que viene a llenarnos de vida, porque quiere calmar nuestra sed y ser fuente de vida en lo profundo de nuestro ser. 

Cantemos, clamemos al Espíritu para que venga a acompañar nuestra vida, para que podamos un auténtico camino de conversión en el seguimiento al Señor Jesús.

Espíritu de Jesús Cabello
https://youtu.be/KAVJlGFUdp0