Evangelio del Dia

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Lunes 04 de Mayo de 2020

La Palabra dice


Jn. 10, 11-18 – “El buen Pastor”.

“Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas. El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa. Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas. Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí -como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre- y doy mi vida por las ovejas.

Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor. El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla. Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre”.

La Palabra me dice


Tomo conciencia de cómo estoy, qué pensamientos atraviesan mi mente, qué sentimientos habitan -en este rato- mi corazón, qué me inquieta. Intento serenar todo mi ser y hacerle lugar al Señor y su Palabra. 

Vuelvo a releer el texto, e intento imaginar la escena y el contexto donde Jesús está predicando, a quiénes está contando esta parábola.

Jesús se pone en la piel de los oyentes y para anunciarles su mensaje toma una imagen muy conocida para ellos. Propio de esta época era ver a los pastores y sus rebaños, cuántos de ellos habrán sido o aún ejercen el oficio de pastor. También es una imagen muy conocida por todo Israel, una imagen muy utilizada para describir la relación de Dios con su pueblo.

Me detengo a observar esas características del Buen Pastor con las que Jesús se identifica y el paralelo que hace con el asalariado; interesante ver cómo el Señor se define por comparación entre las actitudes de un buen pastor y un empleado/asalariado. 

El Pastor conoce a las ovejas y ellas lo conocen (es un conocimiento y un amor recíproco), siente como propias las ovejas, las cuida y alimenta, permanece entre ellas, las protege de los peligros, y hasta es capaz de dar la vida por las ovejas. 

Del libro Cuidar al Pastor, de Ángel Rossi y Diego Fares, les comparto apenas este párrafo tan significativo que nos ayuda a pensar en el pastoreo del Señor y nuestro pastoreo:

 

“El pastor aparece como guía afectuoso, comprensivo, realista, atento a lo esencial, no iluso, que no se deja engañar, y, por eso, vigilante, capaz de recordar y de infundir esperanza, que ´no es buscapleitos, sino condescendiente con todos, apto para enseñar y sufrido, que corrige con dulzura a los adversarios…´(2 Tim. 2, 22.25), que no grita, que no anda alzando la voz por las calles; que no rompe la caña cascada ni apaga la mecha que se extingue (Mt. 12, 18); al que pueden ´acudir todos los que están afligidos y agobiados, para ser aliviados´(Mt. 11, 28-30).”

Con corazón salesiano


Me vienen al corazón Don Bosco y Maín, ambos primero ovejitas y luego pastores, ambos acompañados desde niños por buenos pastores que los formaron a cada uno con corazón de Buen Pastor y Buena Pastora, capaces de manifestar en gestos y con la presencia el amor de predilección de Dios por los jóvenes. ¿Qué joven pasó ante ellos desapercibido? ¿quién no se sintió por ellos amado con un amor genuino y único? Si hasta nosotros mismos hemos sentido ese amor personal que nos atrajo y nos llevó al encuentro con el verdadero Buen Pastor de nuestras vidas: Jesús.

A la Palabra, le digo


En este día le pido prestada esta oración a Madeleine Delbrèl, que le brota del corazón en el subterráneo al contemplar a la gente:

“Señor, que al menos esta corteza que me cubre no sea para ti una barrera. Pasa a través de mí, a través de mis gestos. Mis ojos, mis manos, mi boca, son tuyos. Esta mujer tan triste frente a mí: te ofrezco mi boca para que sonrías. Este niño casi gris de tan pálido: aquí están mis ojos para que lo mires. Este hombre tan cansado, tan agobiado, he aquí mi cuerpo entero para que le des mi aliento, y mi voz para que le digas con ternura: ‘Siéntese’. Este muchacho tan tonto, tan en otra, tan agresivo: ten mi corazón para que lo ames y mi oído para escucharlo (…).

Si te viene bien, te comparto una bella canción para acompañar tu encuentro con el Señor:

Buen Pastor, de Cristóbal Fones, sj

https://www.youtube.com/watch?v=PTMXJL7FCJw