Evangelio del Dia

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Miércoles 05 de Febrero de 2020

La Palabra dice


Mc. 6, 1-6 – “Es despreciado en su pueblo”.
Jesús salió de allí y se dirigió a su pueblo. Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: “¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos? ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?”.
Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo. Por eso les dijo: “Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa”. Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de curar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos. Y él se asombraba de su falta de fe. Jesús recorría las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente.
 

La Palabra me dice


Jesús ha enseñado en parábolas y ha realizado milagros en torno al lago de Galilea. Todo culmina con su visita a Nazaret. Haciendo uso del derecho de todo israelita adulto, Jesús entra el sábado en la sinagoga y se pone a leer y comentar la Escritura. Los habitantes de Nazaret quedan asombrados. ¿De dónde le viene a éste todo esto? Es una reacción normal. Es precisamente el interrogante que Jesús quería suscitar y en torno al cual gira todo el Evangelio de Marcos. Pero aquellas gentes se apresuran demasiado en buscar una respuesta, y la encuentran en una dirección equivocada. ¿No es éste el hijo del carpintero? Su asombro termina así en escándalo e incomprensión. Es la misma situación en la que terminan quienes se niegan a reconocer a Dios en lo conocido y cotidiano. “miran, pero no ven; oyen, pero no entienden” (Mc 4,12). Los discípulos acompañan al Maestro en estos momentos y no podrán menos que aprender una importante lección: Allí donde uno esperaría encontrar aliento, coraje, participación, puede encontrar indiferencia, incomprensión e incluso hostilidad. Los hombres prefieren no pocas veces renunciar a Dios antes que a la imagen que se han forjado de él.

Con corazón salesiano


El contraste de la imagen que tienen de Jesús sus compatriotas, y el Jesús real que se presenta ante ellos es gigante. Seguirlo a Jesús supone adherirse lo más fielmente posible a su imagen real, al Mesías real que hoy viene a mi encuentro. Don Bosco debió discernir entre el Jesús en que creían y buscaban sus contemporáneos y aquel que se manifestaba en sus sueños, el que lo invitaba a pastorear jóvenes casi imposibles de dejarse acompañar, el que lo llamaba a centrarse solo en Él, que es verdadero y único Señor.
Este camino de discernimiento en la búsqueda de Jesús, lo comenzó Don Bosco desde pequeño y se manifestó con fuerza en sus años de seminario. Allí, Don Bosco deplora lo que llamó algunos “puntos negros” de esta etapa de formación sacerdotal. Gente que entraba solo por hacer “carrera”, como si la vocación se tratara solo de un título académico. Otros, llevaban una doble vida, y una doble moral en esa vida. Gente que perseguía una imagen de Jesús inventada. Para nada real. Don Bosco tuvo que soportar variadas pruebas para superar esos tiempos y encaminarse al Jesús del Evangelio, el que lo llamaba a ser padre de los huérfanos y abandonados. Lo hizo con la oración, con lecturas que centraban su vida en Jesús y con la dirección espiritual que lo llevó a estar en manos de San José Cafasso, y que concluyó esta etapa en el Convitto eclesiástico, casa de sacerdotes que deseaban verdaderamente, ser pastores.

A la Palabra, le digo


Inspirados en los salmos 42 y 43 rezamos: “Tú me harás fuerte”
 
Como la cierva anhela los arroyos
así te anhela mi ser, Dios mío.
Mi ser tiene sed de Dios, del Dios vivo,
¿cuándo podré ver tu rostro?
 
Cuando mi vida se vuelve gris,
cuando me pregunto: '¿dónde estás?'
cuando me asalta la nostalgia
por tiempos mejores,
cuando desfallezco y me siento apagado,
entonces me vuelvo a ti, Dios mío.
Te preguntaré: '¿dónde estás?'
Te diré: 'no me olvides',
y tú me responderás.
 
De día me enviarás tu amor
y de noche cantaré tu canto
 
Cuando me sienta cansado,
cuando me invada la duda,
cuando me duelan las cosas,
cuando me falte el amor,
entonces me volveré a ti, Dios mío.
 
Enviarás tu luz y tu verdad
ellas me guiarán,
me llevarán por el camino de la vida
y me darán la alegría profunda,
la esperanza firme,
la luz única.