Evangelio del Dia

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Martes 03 de Diciembre de 2019

La Palabra dice


Lc. 10, 21-24 – “De la alegría del Espíritu”.
En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”.
Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: “¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! ¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!”.

 

La Palabra me dice


Qué hermoso y que fuerte es ver que Jesús tiene este sentimiento humano de “estremecerse de gozo”. Ver al Hijo Dios invadido por la alegría… y todo porque ve que los prudentes y pequeños tienen el corazón atento para descubrir el paso de Dios. Cuando recibimos el don de poder descifrar las huellas del Señor, tomamos conciencia de que es un don que viene de lo alto. Algo que nos llega como una gracia. Estamos invitados a vivir en la pequeñas y la humildad, para mayor gozo en la vida.

Con corazón salesiano


Don Bosco supo ser siempre agradecido a la acción de Dios en su vida y en su entorno. Fue un gran amante de la Providencia, que lo acompañaba en todo emprendimiento, llevando a nuestro padre a vivir una profunda confianza en la asistencia permanente del Espíritu.

A la Palabra, le digo


Señor, regálanos un corazón atento a tu acción, a tu paso por nuestros corazones, y atento a reconocer cómo te manifiestas en la vida de los demás, en la gente sencilla y humilde.