Evangelio del Dia

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Jueves 28 de Noviembre de 2019

La Palabra dice


Lc. 21, 20-28 - "Tengan ánimo".
Cuando vean a Jerusalén sitiada por los ejércitos, sepan que su ruina está próxima. Los que estén en Judea, que se refugien en las montañas; los que estén dentro de la ciudad, que se alejen; y los que estén en los campos, que no vuelvan a ella. Porque serán días de escarmiento, en que todo lo que está escrito deberá cumplirse. ¡Ay de las que estén embarazadas o tengan niños de pecho en aquellos días! Será grande la desgracia de este país y la ira de Dios pesará sobre este pueblo. Caerán al filo de la espada, serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que el tiempo de los paganos llegue a su cumplimiento.
Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo por lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán. Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria. Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación".

 

La Palabra me dice


Este texto es continuación del Discurso Apocalíptico con más señales que debían de acontecer antes de la llegada del fin de los tiempos o, mejor, antes de la llegada del fin de este mundo para dar lugar al nuevo mundo, al "cielo nuevo y a la tierra nueva" (Is 65,17). Jerusalén era para ellos la Ciudad Eterna. Y ahora ¡estaba destruida! ¿Cómo explicar este hecho? Es difícil para nosotros imaginarnos el trauma y la crisis de fe que la destrucción de Jerusalén causó en las comunidades de tantos judíos y cristianos. 

Cabe aquí una breve observación. Lucas escribe en el año 85. Se sirve del evangelio de Marcos para componer su narrativa sobre Jesús. Marcos escribe en el año 70, el mismo año en que Jerusalén estaba siendo cercada y destruida por los ejércitos romanos. Cuando Lucas menciona la destrucción de Jerusalén, Jerusalén estaba en ruinas desde hace quince años. Al oír a Jesús que anunciaba la persecución y la destrucción de Jerusalén, los lectores de las comunidades perseguidas del tiempo de Lucas concluían: "Éste es nuestro hoy". Algo similar ocurre en cuanto a las otras señales, las de la Creación. Si la señal de la destrucción de Jerusalén ya se está dando, las otras también se darán. Es la llegada del Mundo Nuevo que está provocando la desintegración del mundo antiguo. Conclusión: ¡falta muy poco! El Reino de Dios está llegando.

Construir este reino que humaniza es tarea de la gente de las comunidades a las que les está escribiendo Lucas. Es la nueva historia que debemos realizar y que debe reunir a la gente de los cuatro lados del mundo. Todo dolor que soportamos desde ahora, toda la lucha a favor de la vida, toda la persecución por causa de la justicia, todo el dolor de parto, es semilla del Reino que va a llegar.

Con corazón salesiano


Don Bosco supo captar las señales de su tiempo que daban cuenta de la necesidad de atención y de anuncio presencia del Reino entre los jóvenes abandonados, que se encontraban en nuevas circunstancias en un medio social y económico (primera revolución industrial), que iba deshumanizando a las personas. No se lamentó con lo que ocurría, sino que luego de "aprender a ser sacerdote" en el Convitto Eclesiástico, fue adelante, cómo él decía, "como Dios y las circunstancias lo requerían".

A la Palabra, le digo


Danos la claridad, Señor, para ver las señales de que el Reino hoy se va haciendo realidad, desde su dinámica de "grano de mostaza", que crece casi sin darnos cuenta.
Ayudanos a no pisotear lo que crece, a saber esperar, a alentar la vida que viene, tanto en los demás como en nosotros mismos.