La Palabra me dice Jesús llega a la ciudad y va directamente al templo. Estaba ubicado en la cima de un monte, era lugar de oración, de enseñanza, donde estaba Dios, donde la comunidad se encontraba con Él, hacia él peregrinaba el pueblo una vez al año, en la fiesta de la Pascua, desde los lugares más lejanos. Pero, para los sumos sacerdotes, los letrados y los jefes del pueblo, el Templo representaba aquello sobre lo cual asentaban su poder, su autosuficiencia y su creerse superiores a los demás… “Mi casa será una casa de oración” Me dejo interpelar por estas palabras de Jesús y me pregunto ¿Qué significa para mí el templo? ¿Cuáles son hoy los otros templos en los que me encuentro con Dios? Es lugar de encuentro con el Dios vivo... es la creación que Dios me regaló, es mi propio cuerpo donde El habita, es la comunidad, son los jóvenes más pobres... “Pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones” Dejo que esta expresión de Jesús ilumine mis motivaciones para ir al templo como lugar de encuentro con El y con la comunidad, con mi grupo. ¿Cómo no hacer del templo una cueva de ladrones donde me resguardo en un culto para tranquilizar mi conciencia, sin llegar a un cambio que toque mi vida cotidiana? Recuerdo el culto querido por Jesús: “Quiero misericordia y no sacrificios” Dejo que esta expresión de Jesús me ayude a mirar la Creación que es templo Dios. Veo cómo hoy está siendo devastada, explotada, contaminada su agua, su aire y su tierra en beneficio de intereses económicos que favorecen a unos pocos, para sostener el “nivel de consumo” que es igualado al “nivel o calidad de vida”. Considero el templo que soy yo mismo, cómo lo cuido, lo respeto, lo valoro. Este cuerpo-templo no es material descartable, no es para ser usado y dejado de lado… tiene una dignidad, una riqueza, lleva dentro un tesoro valioso. Doy gracias por este templo y me comprometo a cuidarlo con cariño y sencillez. |
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