La Palabra me dice
Dios es fuente de amor y de poder, pero todo eso no es magia. No se trata de lograr cosas espectaculares. Dentro de esta escena hay una palabra de Jesús que es la que desata la solución: “denles de comer ustedes mismos”. Ante el hambre, la guerra o tantas injusticias, lo primero que surge es reclamar: “¿Y dónde está Dios? ¿Qué hace Él ante esto?”. Dios está. Y estuvo desde el principio cuando nos dio a todos nosotros la vida, la inteligencia, la libertad, la creatividad. Dios nos ha dotado anticipadamente de muchas cualidades y aptitudes para saciar el hambre, para construir la paz, para aliviar el dolor. Es por eso una cuestión de toma de conciencia y de... responsabilidad. Hacerse cargo. Unirse a otros.
Con corazón salesiano
Dios nos regaló la santidad de Don Bosco. Nuestro padre fue un genio. En serio que fue un capo. Y aún con un temperamento activo, creativo y muy perseverante, sabía que sueño no lo realizaría él a solas. Habla de “sociedad salesiana” porque justamente precisó de eso: de socios. Suena tal vez muy formal pero eso es lo que ante todo eran los primeros salesianos: socios. Aliados. Compañeros en el intento de hacer realidad un sueño. ¿Cómo definió la familia salesiana? Como una unión de fuerzas para hacer el bien.
A la Palabra, le digo
Señor, recuérdame siempre que cuento con cualidades y dones para hacer el bien. No permitas que pierda de vista a mi comunidad, a mi grupo, a mi equipo. Unidos podemos más. Por algo nos quisiste siempre comunidad. Amén.
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