La Palabra me dice
Si bien en el evangelio de hoy Jesús no aparece directamente en escena, Lucas nos dice que es la causa de la confusión de Herodes, tetrarca de Galilea. ¿El motivo? El asombro por los milagros, curaciones y enseñanzas de Jesús que han llegado a sus oídos.
Sin embargo, Herodes no es el único “desconcertado”. Muchos que han visto y escuchado a Jesús no logran asimilar cabalmente su identidad, y con buena intención piensan que es Juan Bautista resucitado -a quien el mismo Herodes hizo decapitar-, Elías o alguno de los profetas. A esta altura de su ministerio, son muchos los que se preguntan quién es Jesús, y por eso los rumores son tan diversos. A pesar de todo, parece que a Herodes no le cierra ninguna de estas versiones, y mantiene la pregunta abierta: “¿quién es este del que oigo semejantes cosas?”. Y “trataba de verlo”, sentía curiosidad por todas las obras realizadas por Jesús.
Alerta de spoiler: será el mismo evangelista, en Lc 23, 7-12, quien relate el tan ansiado encuentro entre Herodes y Jesús. ¿El resultado? Un tanto decepcionante, porque parece que Herodes tampoco pudo comprender quién era Jesús en verdad, y pensaba que era un simple “milagrero”. En realidad, Herodes no estaba dispuesto a “conocer” de verdad a Jesús, pues su corazón estaba cerrado como para comprender y creer.
Esta es una de las claves que nos regala el Evangelio de hoy. Cuando se trata de responder quién es Jesús, tenemos que resistir la tentación de responder superficialmente o solo con el intelecto; también implica poner el corazón y toda la vida en juego, por lo que cada respuesta es, en cierto sentido, única. No se trata de responder armando una bella oración en la que se conjugue toda la doctrina y lo que «sabemos» de Jesús. La respuesta tiene que brotar desde lo más profundo, desde todo aquello que somos.
¡Ojo! Tampoco se trata de hacer un Jesús a la medida de cada uno, sino de descubrir cómo Él se manifiesta en tu vida. Seguí profundizando en los Evangelios, conocé quién es Jesús, pero animate a enlazar eso con tu propia vida. Pensálo, pasálo por el corazón, mirá toda tu vida y respondé desde lo más profundo. Tomáte todo el tiempo necesario. No hay ni respuestas buenas ni respuestas malas. Eso sí, la respuesta irá ampliándose con el paso del tiempo, creciendo en profundidad a medida que seguimos abriendo el corazón a la presencia de Jesús que impregna todo lo que acontece en nuestra vida y en nuestro alrededor. Pero la respuesta es única, tuya.
Mientras comenzás a preparar el corazón para pensar vitalmente la respuesta, te comparto la mía. Para mí, Jesús es quien me mostró una nueva forma de vivir, que cambió mi vida por completo. Es quien me enseña día a día que nunca hay que bajar los brazos cuando se trata de buscar el verdadero sentido de nuestra vida: la felicidad -su voluntad-. Jesús es el que me enseña a amar sin condiciones, por más que muchas veces me cueste. Es quien me quiere como soy, quien quiere a todos como somos; sin prejuicios ni etiquetas, incondicionalmente. ¿Y para vos? ¿Quién es Jesús para vos? |