La Palabra me dice
“Tengan cuidado de los falsos profetas...”: los había en tiempos de Jesús. Los nombra en varias oportunidades. Son aquellos que nos alejan del sentir y del querer de Dios, aquellos que nos llenan de un montón de cosas que provocan desánimo, tristeza y muerte en nuestro corazón, aquellos que nos prometen éxito y prosperidad sin ningún tipo de esfuerzo. “Por sus frutos los reconocerán”: los frutos…. Es un tema que a Jesús le gusta mucho hablar. Lo va a tocar varias veces en los evangelios. Jesús reclama frutos, no éxitos. El éxito es algo efímero, hoy está y mañana desaparece. El fruto es una cualidad que perdura en la vida de cada discípulo/a. El fruto tiene que ver más con el proceso pascual de muerte y resurrección que con las luces de colores y los aplausos. Para que una semilla dé fruto antes debe morir y debe resucitar. Este aprendizaje es fruto de nuestra propia experiencia. Generalmente aprendemos a vivir mejor, a ser discípulo/a cuando nos ha tocado experimentar la cruz y percibir con alegría la fuerza de la resurrección que se hace presente en forma de frutos en nosotros. Amor, alegría, paz, bondad, amabilidad, dominio de nosotros mismos, justicia, fraternidad… frutos del Evangelio vivido. |