La Palabra me dice
Jesús utiliza la misma forma para abordar a sus interlocutores que ayer leíamos en el evangelio de Lucas. En este caso, los destinatarios son los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, personas de una dilatada experiencia en la animación espiritual del pueblo. La parábola, la comparación, el relato; es magnífico, sin fisuras. Jesús le agrega algunas preguntas y explicaciones secundarias, que hacen caer en la cuenta el verdadero significado de su interpelación. Sus oyentes, sabios en la historia, quedaron mal parados. Jesús los ha sorprendido una vez más. “Comprendieron que se refería a ellos”. Con certeza, ¿quiénes sino ellos eran los responsables de los sucesos que llegarían en poco tiempo? Y reaccionan, comprendieron todo, porque se refería a ellos. De la comprensión quisieron pasar inmediatamente a la acción: hay que eliminar a esta persona, detenerla, juzgarla (o no), pero, en definitiva, eliminarla. Aunque tenían temor por las represalias que el pueblo podría tomar contra ellos. Ya buscarán la forma, la manera de sacar del medio a Jesús. Pensemos que todo este relato lo actuamos muchas veces en nuestra vida. Por eso tenemos que estar atentos a las palabras de Jesús para comprender en su verdadera extensión su mensaje. |