Con corazón salesiano
La vida asumida como encuentro con Dios, el camino de identificación con Cristo, el compromiso por el Reino, la Iglesia percibida como comunión-servicio, donde cada uno tiene un puesto y donde se necesitan los dones de todos, hacen surgir y madurar una convicción: la vida encierra en sí misma una vocación de servicio (cfr. Const. 7, 19; CG23, nn. 178-180; CG24, nn.94-96; Carta de identidad carismática de la Familia Salesiana, n. 35).
Esto encuentra fuerte respaldo en la experiencia de Don Bosco, joven y apóstol. Él, a partir del sueño de los nueve años, percibió y vivió su existencia como vocación. Escucha y responde con corazón generoso a una invitación: meterse entre los jóvenes para salvarlos. Don Bosco invitaba a sus jóvenes a un “ejercicio práctico de amor al prójimo”. La Espiritualidad Juvenil Salesiana es apostólica: tiene la convicción de que estamos llamados a colaborar con Dios en su misión, con entrega, fidelidad, confianza y disponibilidad total. Un compromiso concreto al servicio del bien, según las propias responsabilidades sociales y las necesidades materiales y espirituales de los demás. (Cuadro de Referencia Espiritualidad Juvenil Salesiana, págs.98-99). |