Con corazón salesiano
El evangelio de la multiplicación nos recuerda el milagro de la multiplicación de las castañas llevado a cabo por San Juan Bosco allá por finales de la década de 1840:
“Aquel 1 de noviembre, Don Bosco llevó a sus muchachos del oratorio a visitar el cementerio y rezar allí como forma de celebración de un día tan importante para todos los cristianos, el día de Todos los Santos. Para finalizar el día, el sacerdote les prometió a sus chicos un puñado de castañas asadas, por lo que le encomendó a Mamá Margarita que se encargase de su elaboración. José Buzzetti llegó a casa antes que los demás y cuando entró en la cocina para ver si Mamá Margarita había cocinado todas las castañas, se dio cuenta de que había menos de las esperadas. ‘¡No es posible! ¡Tan sólo hay tres kilos de castañas y fueron encargados tres sacos! ¡Don Bosco va a quedar muy mal, hay que decírselo enseguida!’, gritó el joven ecónomo.
Sin embargo, con el alboroto de la vuelta, a Buzzetti le fue imposible hacérselo saber a Don Bosco antes de que éste cogiese la pequeña cesta y se dispusiese a repartir las ansiadas castañas. Mientras tanto a Buzzetti, con sus nervios a flor de piel, no le quedó otra opción que gritar: ‘¡Así no! ¡No eche tantas que no habrá para todos!’ A lo cual Don Bosco, haciendo caso omiso, respondía: ‘Yo les he prometido castañas para todos, sigamos mientras haya’. A medida que las castañas estaban siendo repartidas, y la fila iba creciendo, la tensión de Buzzetti aumentaba. Pero de pronto, un silencio rotundo arropó todo el lugar y centenares de ojos desencajados miraban a aquel cesto que parecía no tener fin. Hubo para todos y todos acabaron gritando: ‘¡Don Bosco es un santo!’” |