La Palabra me dice
La opresión creada por el poder religioso era más profunda que la sumisión al poder romano. En nombre de Dios se justificaba el nacionalismo judaico, la marginación social, la sumisión ciega a la Ley, la separación entre puro e impuro generando un sentimiento de indignidad frente a Dios y una religión desligada de la práctica social. Jesús intentó acabar con el fanatismo judaico. Lo mismo hizo con la marginación social, evidenciando que Dios está contra toda forma de discriminación. Jesús mostró que Dios siempre está con los pobres: “Bienaventurados son los pobres, porque de ellos es el Reino de Dios”. Una enseñanza contraria a la Ley oficial que afirmaba que la pobreza era castigo de Dios. Aceptar a Jesús es aceptar una manera nueva de vivir que atraviesa a todas las dimensiones de la vida. No se trata sólo de una nueva manera de vivir la fe, sino de las implicancias que ésta tiene en lo cotidiano. Jesús es el vino nuevo que necesita una nueva manera de ser para recibirlo. |